miércoles, 4 de mayo de 2011

Remedio para la lluvia

“Mamá, mamá, está lloviendo”, dice el niño. “¡No!, tengo ropa tendida”, grita la madre. “¿Me haces tortas fritas?”, le pregunta el niño mientras que su madre sale corriendo a destender la ropa.

Para todos los chicos es un martirio que llueva en las tardes, sobre todo si es de un fin de semana. No se puede salir a jugar y además, como en Uruguay el noventa por ciento de las veces que llueve viene escoltado por tormenta eléctrica, los obligan a desenchufar la computadora y la televisión. Un día de lluvia puede llegar a ser muy aburrido pero hay un premio consuelo: las tortas fritas.

Yo creo que fue un invento de una madre para entretener a su hijo. “Toma nene come la torta frita y no llores”. Con Cocoa, Vascolet, leche caliente y, para los más grandes, con café o té. Es la delicia que adorna los días grises y nos ayuda a calentarnos y deleitarnos por dentro.

Recuerdo que de niña deseaba que lloviera, eso significaba que mamá ponía mi alfombra roja acolchonada en el medio del comedor. Mis tíos y mis abuelas venían para compartir las tortas fritas con chocolate, que hacía mi padre. De esa forma, jugaba en la alfombra con mi hermano, mientras escuchábamos hablar a los adultos, y dos por tres nos atrevíamos a interrumpir para mostrar la casita de Legos que habíamos armado.

Los días de lluvia están acompañados por ese olor a frito, que a pesar de ser asqueroso, el estómago rechina pidiendo un poco para él. Caminar por la calle y sentir ese olor típico que proviene de cada casa. Te invita a cerrar los ojos e imaginar la escena familiar que sucede ahí dentro.
No sólo se disfruta el comerlas sino que el arte de cocinarlas es aún más divertido. Amasarla, estirarla y luego a dibujar en ellas. Muchas formas y muchos tamaños. Por último, al sartén y esperar a que se frite. Creo que todos de niños alguna vez hicieron una torta frita con una forma graciosa o una carita en el medio.

Para todos los gustos, están las coberturas. Hay quienes las comen con dulce de leche - para sentirse más uruguayos aún - otros le ponen miel - más típico en las señoras mayores que la miel ya es parte de sus vidas, de sus té y sus torta fritas – y por último, están los que son más atrevidos, y les gusta la aventura, entonces las cubren de manteca y mermelada – convirtiéndolas así en un manjar agridulce.

Baldosas sueltas que ensucian pantalones, árboles que detienen por un momento el agua y luego la dejan caer toda junta justo cuando ibas pasando, frío, ropa y pies mojados, todo queda atrás cuando llegas a tu casa y te esperan esas masas fritas, con el ojito en el medio, y el vaso de chocolate caliente.

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