miércoles, 11 de mayo de 2011

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Nuestros héroes de comics siempre son únicos y ajenos a nuestra realidad. No existen más de un Superman que luche contra el mal, ni grupos de Los cuatro fantásticos en cada país. En las historietas, ser diferente es bueno, más que bueno, es extraordinario y deseable para quién las lee. El problema está en que, el ser único, puede ser sinónimo de soledad.  

Para experimentar la dificultad de integración, no se necesario ser un extranjero o ser picado por una araña radioactiva. Para sentirse ajeno a su comunidad, muchas veces basta con ser denominado “raro”. Ser adolescente, por ejemplo, ya es una enajenación de la vida a la que estábamos acostumbrados cuando éramos niños. Cuando vives esta etapa, nada es suficiente, siempre se te exigirá al máximo para que participes de un grupo.

Entrar al liceo y encontrarse con ellos. Las chicas y chicos populares, los “medios raros” que se visten de negro, los “raros del todo” que usan cresta o se pintan los ojos aunque sean hombres. Todos resaltan, todos están ahí y tú tienes que decidir qué eres. Sin embargo, para ellos tú eres “raro”, porque eres “normal”. Permanecer invisible, sin etiquetar y escuchando que hablan de lo aburrida que eres, o elegir en qué fila formarse y qué códigos seguir. Muchas veces no se dan cuenta que el no ser nada es, sencillamente, ser muchas cosas sin dejar que ninguna de ellas te defina. Muchos se quejan de que los marginan, otros lo hacen por sí solos.

En este país el sello más común es el de la política. “¿De qué partido eres?”, te pregunta un amigo, “¿Cómo que de ninguno?, ¿a quién votas?”, grita extrañado. Y uno piensa: “Al candidato que tenga las mejores cualidades”. De ahí, un mar de carcajadas. Tal vez quiera ser como el Capitán Planeta, ¿para ello tendré  que volcarme al partido ecologista? Prefiero colaborar con Greenpeace.

Hay rótulos de los que no podemos escapar. Mujer, 22 años, estudiante. ¿Eso me define lo suficiente? Claro, tengo que tener un superpoder. ¿Qué les parece esto?: ser yo misma. Una mezcla de cosas que me hacen como soy. Soy la Mujer Maravilla luchando contra los corrales en que nos encierran. Si uso el lazo de la verdad, descubriré que, en el fondo, muchos no saben realmente quiénes son.

Ya sufrí mi accidente con un producto químico que todos conocen como “liceo”. Las burlas, las alienaciones, las peleas, cosas que te convierten en el Hombre sin miedo. O más bien, mujer. Después de ser invisible, pero al mismo tiempo llamativa para que se descarguen contigo, entiendes que eres más que todo eso. Lo que te hace “normal” para ellos te hace único en la vida. El no seguir tendencias, el ser tú mismo, es un signo de fortaleza y riqueza personal. Los desafío a probarlo. Tal vez se conviertan en los nuevos superhéroes de Marvel.

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