miércoles, 27 de abril de 2011

Vivir, observar y contar

Historias y periodismo. Uno no puede vivir sin el otro. Las historias son creadas por la realidad y el periodista las interpreta y las transmite.
Todos los estudiantes de comunicación tienen una misma preocupación. ¿Dónde se encuentran las historias? ¿Qué puedo contar? Todo parece común y aburrido. Las que llaman la atención, son interesantes e importantes parecen ser sólo las inalcanzables. Aquellas que un estudiante de primer año no puede acceder. Sin embargo, no es así, lejos de serlo. “La gracia del barbero es sacar patilla de donde no hay pelo”.
El buen periodista ve, en donde todos miran, y encontrar algo único y original. No todo tiene que ser asombroso sino simplemente distinto. Al igual que cualquier tipo de obra artística, la creación reside en la observación, en escuchar e interpretar. Vivir la vida y sentir la realidad. Con una cabeza abierta, investigar a partir de algo cotidiano, sin prejuicios y sin dar nada por sentado. Incursionar en otros puntos de vista, ser original, darle un nuevo sentido a temas que se han tratado. Incluso, alejarse de lo conocido y acercarse a nuevos territorios brinda nuevas experiencias y son otras partes de la realidad en la que vivimos.
Las personas son muy buenas fuentes de inspiración. Compartir con ellas, preguntar cómo es su vida y observar con curiosidad, nos puede llevar a encontrar una particularidad en alguien “común”. Una nota con alguien famoso o conocido, ejemplo un político, puede rendir como no. Tal vez nos diga lo mismo de siempre o lo que ya ha declarado a todos los medios de la región. Por otro lado, nos podemos llevar una sorpresa cuando hablamos con una madre y nos enteramos que a sus hijos - Soy, Libre, Estrella y Sur - les puso un nombre para formar una oración. Y de ahí comenzamos a cuestionar: ¿por qué esa elección?, ¿qué hay detrás de esa expresión?  Además, nunca se sabe si esa señora que vemos todos los martes sentada en la misma plaza a la misma hora no es una víctima al estilo El Muelle de San Blas, la canción de Maná, y espera a ahí a alguien o algo.
Vivimos apurados y con la presión de encontrar reportajes maravillosos. Buscamos la grandeza, muchas veces, sin darnos cuenta que está en lo simple. La belleza, tanto en el arte como en la música no habita en lo rebuscado sino en la sencillez. De un hecho puntual o a partir de lo cotidiano encontramos miles de historias que pueden ser mucho más cercanas a los leyentes que un evento monumental.
Es difícil entrenar los sentidos para que sean así de cazadores pero luego de hacerlo no vamos a saber cuál contar. Es algo que se aprende en la práctica y con mucha voluntad. Bajar a la realidad, a la tierra, a lo diario. Es lo fundamental para poder aspirar a crear maravillas entre pequeñeces.

Un año más

Cumplir años. Una experiencia de la que nadie puede huir. El sábado pasado me tocó a mí y, como siempre, fue un día muy intenso.
Recuerdo cuando era niña y contaba los días para mi cumpleaños. Deseaba tanto que toda mi familia se reuniera y que todos mis compañeros de clase fueran a festejar conmigo. Por supuesto, que también, me emocionaba mucho pensar en los regalos que recibiría. Pasaba el día jugando con mis amigos y siendo mimada por mis padres, y cuando caía la noche estaba esperando que todos se fueran para estrenar mis juguetes. Quedar sola y disfrutar mi momento, me doy cuenta ahora, que era mi parte favorita.
Ahora con 22 años es diferente. No mucho pero sí como para dejar atrás la ilusión de los juguetes y los juegos. Aun así, aguardo el día con muchas ansias. Todas las personas que quiero se unen para celebrar el día de mi nacimiento. Debería aclarar que mi familia es muy compleja y en ella se encuentra de todo. Los temas de conversación son tan variados que pueden ir desde la política y la sociedad de hoy en día como hasta las ganas de mi tía, de sesenta y seis años, de probar emociones nuevas como tirarse en paracaídas. Las risas y las discusiones nunca faltan y le dan colorido a ese día. Cada año los veo de forma diferente y les encuentro más errores y muchas más virtudes. Son cosas que de niña no podía apreciar.
Sin embargo, siempre se termina hablando del pasado. De lo insoportable y caprichosa que era de chica, de la facilidad que tenía mi hermano para lastimarse y de cómo mi primo siempre conseguía todo lo que quería. Nos divertimos hablando sobre ello pero es ahí cuando las emociones comienzan a mezclarse. Se recuerda lo bueno y lo malo. Los que están y los que ya se fueron.
A medida que pasa el tiempo esto se torna más difícil y más rico al mismo tiempo. Un hermano que se casa, el primo que tuvo la bebe más hermosa - la primera de la familia en 22 años - y la cumpleañera que este mismo año se recibe. Todas las emociones que están por venir iluminan aquellas que estuvieron antes. Las complementan y las fortalecen. El pasado sigue latente pero hace que el presente sea más interesante que por sí solo.
Cumplir año tiene un deje de nostalgia. Nos damos cuenta de lo que somos y lo que fuimos. De todo lo que hicimos y de aquellas oportunidades que dejamos pasar. Los amigos que fallaron, los amores que nos lastimaron y los parientes que perdimos. El final del día siempre se torna melancólico y es difícil contener alguna lágrima, facilitada también por algunas copitas, que descarga lo emotivo del día. Ahora el final de mi cumpleaños es una mezcla de alegría y tristeza contenidas en las esperanzas del futuro que se aproxima. No juego con mis juguetes sino con mi pasado. 

miércoles, 13 de abril de 2011

Abrir la mente a ojos grandes

Estoy sentada en la peluquería, hace una hora que espero. El salón está lleno de mujeres hablando sin parar. Escucho callada y las observo. “¿Viste esos dibujos horribles con ojos grandes?”, dijo la que está a mi lado. “Sí, la verdad que me preocupa que mi hijo los mire”, expresa otra a la que le están lavando la cabeza. “El otro día le comentaba a mi marido cómo se han degenerado los dibujos de ahora”, salta una a la que le están haciendo la tinta. “Y estos, que además de ser deformes, sólo tratan violencia y cosas raras”, sentencia la primera que habló. Y así siguen opinando, y yo me rio por dentro.


Los dibujos japoneses, conocidos como anime, son vistos por la mayoría de los padres como una amenaza para sus hijos. Sus gráficos los asusta porque no son convencionales. Allí se quedan y no ven más allá. Violencia, magia, monstruos, temas supernaturales, han existido desde los primeros dibujos como Bambi y Blanca nieves y los siete enanitos. Hasta el día de hoy no puedo mirar Bambi sin llorar y puedo asegurar que me traumó verla de tan chica. Por otro lado, Recuerdo cuando mi madre me contaba cómo le gustaban las historias de Superman y Flash, que no tienen nada de normal. Son personajes con super poderes que luchan contra el mal.


Ahora bien, hoy en día existen dibujos para adultos como los Simpson, Futurama y Padre de familia. Son dibujos que están creados para adolescentes y adultos, y tienen mucho éxito. Los Simpson van en su vigésima temporada. Así como la programación de Fox contiene estas series, hay otros canales que pasan anime. En ellos se encuentran dibujos japoneses para niños como Pokemon, Disgaea o el reciente Bakugan: La Batalla. Por otro lado, fuera de la televisión, se puede hallar series japonesas que son pensadas para un público de mayor edad y por lo tanto sus temas e imágenes no son apropiadas para niños.


Otro tema a aclarar es que no todos los animes tienen ojos gigantes y personajes estrafalarios. Hay distintos estilos de dibujos y justamente aquellos que de repente se hacen chiquitos y gorditos, con la boca enorme gritando algo, se llaman Chibi - que significa pequeño o niño - y son cómicos. Al igual que Hana Montana hace expresiones y movimientos exagerados - porque entretienen a los niños - estos dibujos exageran sus “movimientos”. Esto no quita que no existan con gráficos totalmente comunes y atractivos como cualquier otro dibujo normal.


Tal vez tengan razón, es mucho mejor que los niños miren las novelas argentinas que pasan a toda hora, con su fino vocabulario y una moral ejemplar. O podrían mirar Avatar, la leyenda de Aang que lo dan en el Nickelodeon, un canal pensado para chicos. Además, trata - de forma inocente - temas como la amistad, el amor, la búsqueda de la paz mundial y mensajes sobre la metafísica y la energía positiva.


Es cierto que el miedo se aloja en lo desconocido y lo extraño, pero me pregunto ¿no es más fácil acercarse a ello y tratar de comprenderlo? Sentarse con tranquilidad, con la cabeza abierta e investigar un poco no va hacer daño a nadie. Y quién sabe, tal vez se pueda aprender algo. Tal vez abran sus mentes y se olviden de los ojos.

Ellos

El otro día encontré una nota en Facebook titulada: “10 razones por lo cual ser hombre es bueno”. Me causó mucha gracia y curiosidad así que decidí leerla. Debo reconocer que al principio tenía mis prejuicios. Le dije a mi computadora – Compu-: “Vamos a ver qué tan machista es esto”. Ella se rió y me acotó: “Mejor dicho, que tan cierto es”. Le miré y no le dije nada. Tenía razón, siempre no quejamos de que ellos tienen todas las de ganar.

Compu me lee el primer punto: “En las películas los desnudos son casi siempre femeninos”. No sólo es cierto sino que también las mujeres no solemos buscar un desnudo en la película. Desde chicas nos enseñan que el hombre es el que tiene todo el deseo sexual y nosotras debemos guardarlo, o ni siquiera interesarnos. Hoy en día poco a poco la mujer se puede abrir en el camino de la sexualidad, pero al parecer los tabúes siempre van a estar.

“Las colas en el baño son un 80% menores”, dice Compu entre carcajadas. ¡Cómo envidio eso! A esto le sumo que nosotras tenemos la costumbre de ir acompañadas, por lo tanto, más gente en el baño. Las mujeres nos tomamos nuestro tiempo y nos ponemos a conversar mientras estamos esperando. De última no se hace tan aburrido. Sí, sí, me intento convencer de que ellos, en esto, no ganan.

“A los viejos amigos no les importa si has subido o bajado de peso”, me lee Compu y opina: “aunque he visto hombres bromear con ello”. Sí, pero la diferencia es que ellos no les importa. ¡Que fea que es esa mirada que te dan cuando te ven muy gorda! No sé si es peor que te lo digan y tener que camuflar la cara de “gracias por recordármelo”, o que se lo comenten a otra amiga y enterarte después.

Y pensando en el futuro, Compu me interrumpe con el siguiente punto: “Si tienes 34 años y eres soltero, a nadie le importa”. Imagino que algo de lógica hay detrás de ello. En la sociedad se tiene el concepto del hombre como solitario sin que implique que esté solo. Es más, puede ser un ganador. La mujer por otro lado, cuidado si es soltera, debe ser media loca, depresiva o una fiestera empedernida.  
   
Los siguientes son mis favoritos porque suelo pensar en ellos todo el tiempo: “Te puedes quitar la camiseta cuando hace calor” – lee Compu mientras ríe, respira y lee el siguiente - “La gente nunca hecha miraditas a tu pecho cuando le hablas”. Cuántas veces me estoy muriendo de calor y, por más que tengo una remera fina, me molesta igual. Ni que hablar cuando le dan ojeadas a tu pecho. ¡Por favor! ¡Basta! ¡Tengo ojos, tengo cara! Compu me mira un poco asustada.

Aunque no puse todos los puntos, está claro que Ellos tiene mucho a favor. Las mujeres estamos sujetas a estándares de figura, ideología y presiones que los hombres no. ¿Por qué sigue pasando eso? Pensaba que habíamos logrado avances en la igualdad de sexo. Pero de esta forma nos divertimos más. La batalla de los sexos es justamente una donde la estrategia, los argumentos y la disposición natural nos enfrentan y nos seduce al mismo tiempo. Es más divertido ganarles a Ellos cuando tenemos menos puntos a favor.