Historias y periodismo. Uno no puede vivir sin el otro. Las historias son creadas por la realidad y el periodista las interpreta y las transmite.
Todos los estudiantes de comunicación tienen una misma preocupación. ¿Dónde se encuentran las historias? ¿Qué puedo contar? Todo parece común y aburrido. Las que llaman la atención, son interesantes e importantes parecen ser sólo las inalcanzables. Aquellas que un estudiante de primer año no puede acceder. Sin embargo, no es así, lejos de serlo. “La gracia del barbero es sacar patilla de donde no hay pelo”.
El buen periodista ve, en donde todos miran, y encontrar algo único y original. No todo tiene que ser asombroso sino simplemente distinto. Al igual que cualquier tipo de obra artística, la creación reside en la observación, en escuchar e interpretar. Vivir la vida y sentir la realidad. Con una cabeza abierta, investigar a partir de algo cotidiano, sin prejuicios y sin dar nada por sentado. Incursionar en otros puntos de vista, ser original, darle un nuevo sentido a temas que se han tratado. Incluso, alejarse de lo conocido y acercarse a nuevos territorios brinda nuevas experiencias y son otras partes de la realidad en la que vivimos.
Las personas son muy buenas fuentes de inspiración. Compartir con ellas, preguntar cómo es su vida y observar con curiosidad, nos puede llevar a encontrar una particularidad en alguien “común”. Una nota con alguien famoso o conocido, ejemplo un político, puede rendir como no. Tal vez nos diga lo mismo de siempre o lo que ya ha declarado a todos los medios de la región. Por otro lado, nos podemos llevar una sorpresa cuando hablamos con una madre y nos enteramos que a sus hijos - Soy, Libre, Estrella y Sur - les puso un nombre para formar una oración. Y de ahí comenzamos a cuestionar: ¿por qué esa elección?, ¿qué hay detrás de esa expresión? Además, nunca se sabe si esa señora que vemos todos los martes sentada en la misma plaza a la misma hora no es una víctima al estilo El Muelle de San Blas, la canción de Maná, y espera a ahí a alguien o algo.
Vivimos apurados y con la presión de encontrar reportajes maravillosos. Buscamos la grandeza, muchas veces, sin darnos cuenta que está en lo simple. La belleza, tanto en el arte como en la música no habita en lo rebuscado sino en la sencillez. De un hecho puntual o a partir de lo cotidiano encontramos miles de historias que pueden ser mucho más cercanas a los leyentes que un evento monumental.
Es difícil entrenar los sentidos para que sean así de cazadores pero luego de hacerlo no vamos a saber cuál contar. Es algo que se aprende en la práctica y con mucha voluntad. Bajar a la realidad, a la tierra, a lo diario. Es lo fundamental para poder aspirar a crear maravillas entre pequeñeces.
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